Cuando me predispongo a realizar una tirada de Tarot entro
en un estado similar al que siento cuando estoy tocando música. Pierdo la
sensación del paso del tiempo. Me dejo inspirar. No es necesario estar pensando
concientemente en el significado de cada carta ni en la tirada en su totalidad;
de la misma manera que no es necesario pensar en cada nota de una escala al improvisar
sobre una base musical.
Cada carta, por si sola, es un pedacito de cartón, con una
imagen impresa y algunos cuantos significados predefinidos. La inspiración es la
encargada de hacerme ver qué es lo que tengo que observar de cada carta, de
cada tirada. Así percibo qué es lo que la persona necesita escuchar.
Esta inspiración muy rara vez es sobre un hecho futuro,
aunque la mayoría viene buscando ese conocimiento. El trabajo que realizo se
basa en la situación presente del consultante. Vemos cómo hacer para lograr
aquello que se desea: formar una pareja, ganar más dinero, tener un mejor
trabajo, mejorar las relaciones familiares, superar una dolencia, etc.
El Tarot es una orientación muy válida y certera sobre los
caminos a recorrer; es un mapa. El consultante es quien tiene la voluntad y
decisión de experimentar. Por este motivo, rara vez se puede predecir el
futuro.
La tirada de Tarot nos anima a vivir la vida en primera persona.
Nos hace responsable de lo que nos sucede. Nunca garantiza el éxito, sí el
crecimiento (lo que es un éxito en sí mismo).
Cuando digo crecimiento me refiero al autoconocimiento, a
ser seres libres de condicionamientos, de demandas y exigencias impuestas por
nosotros mismos y los demás. Salimos de la Matrix. Podemos pensar, razonar,
elegir libremente. Sin temores, o reconociéndolos y enfrentándolos.
Recién cuando iniciamos este camino, las enfermedades
comienzan a sanar, los colores de la vida se vuelven intensos. Aprendemos a
disfrutar, a ser felices.
El Tarot puede acompañarnos en todo momento, dándonos claridad
e inspiración.
No hay comentarios:
Publicar un comentario